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La educación

SIGNIS ALC

12 junio 2009

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¿Pluma o herramienta?

El Brasil es una nación de bachilleres.

 

Frei Betto*

¿Cuántos abogados conoce usted? Quizás varios, desde luego. Pero a la hora de componer su ordenador estropeado, de arreglar la avería del lavadero de la cocina o de traducir el manual de funcionamiento del nuevo televisor, que usted lee, lee pero no entiende, ¿a quién recurre?

 

El Brasil es una nación de bachilleres. Como hemos padecido la más larga esclavitud en las tres Américas -350 años-, todavía conservamos del período colonial residuos elitistas, como el de creer que las profesiones técnicas son para ineptos que no llegarán a doctores… Mientras que buena profesión es la que maneja la pluma, no la herramienta.

 

¿Sabía usted que de cada 100 brasileños(as) en el mercado de trabajo, 72.4% (o, exactamente, 71.5 millones de personas) nunca han hecho un curso profesional? Entre los desempleados, el 66.4% (5.3 millones de personas) nunca pasaron por un curso de educación profesional. El dato es del IBGE, divulgado el último 22 de mayo. En el 2007 apenas el 22.4% de los alumnos de los cursos profesionales estaban matriculados en escuelas públicas.

 

De quienes buscan tales cursos el 53% dependen de ofertas de ONGs, sindicatos e instituciones particulares. El famoso Sistema S (como Senai, Senac, Sebrae), que recibe gruesas sumas del gobierno, apenas forma a u 20% de los interesados en cualificarse. Incluso los cursos existentes no dan preferencia a la calidad. El 80.9% de los matriculados fueron a cursos que no exigían escolaridad previa… Lo cual explica el alto número de analfabetos virtuales en profesiones técnicas. Arreglan el frigorífico pero son incapaces de redactar una nota explicando la causa del defecto.

 

En el mismo informe el IBGE constató que son analfabetos 13.5 millones de brasileños (as), o sea el 9.5% de la población mayor de 15 años. Y que de 1.8 millón que asistieron a clase, 810 mil (o sea el 45%) admitieron no saber leer ni escribir una simple encomienda.

 

La falta de motivación es la causa principal del desinterés por los cursos profesionales. El Brasil es el reino de la improvisación. El ayudante electricista aprende en la práctica, igual que el de cocina cree que mañana la intimidad con el fogón hará de él todo un chef. Muchos (el 14.1%) admitirán no poder pagar un curso de esa clase. Y el 8.9% se quejará de la falta de escuela en su región.

 

De los alumnos que asisten a escuelas profesionales el 17.6% asistían a cursos técnicos de nivel medio. Y apenas el 1.5% iban a cursos de graduación tecnológica equivalente al nivel superior. El más buscado es el curso de informática (41.7%), seguido de comercio y gestión (14%) e industria y mantenimiento (11.25%). Por todo 215 mil alumnos, lo cual representa un índice muy bajo, dadas las dimensiones del país y sus necesidades.

 

Este cuadro explica en parte la razón de nuestro subdesarrollo, o la eterna situación de país emergente. El MEC promete que, a fines del 2010, el Brasil pasará de 185 mil a 500 mil plazas en cursos profesionales. Las escuelas, que ahora son 140, llegarán a 354.

 

Una de las causas de esa preocupante realidad fue la ley de 1988 propuesta por el presidente Cardoso y aprobada por el Congreso, que prohibió el crear nuevas escuelas técnicas federales en el país. Menos mal que Lula la revocó en el 2005.

 

El gobierno actual debe enmendar otro craso error: la EJA (Educación de Jóvenes y Adultos, que substituyó al antiguo supletivo), aunque acoja trabajadores en sus aulas, no ofrece una educación profesional. Lo cual explica el alto índie de deserción -el 42.7% de los matriculados no terminan el curso, sobre todo en el Nordeste (56%).

 

Muchas veces el horario de clase coincide con el de trabajo, que lleva a la deserción de casi un 30% de los alumnos, y la metodología de enseñanza desconoce a Paulo Freire y los recientes avances de la educación popular.

 

El Brasil necesita cambiar el PAC -Programa de Aceleración de Crecimiento- por el PAD -Programa de aceleración del Desarrollo, sobre todo humano. Sin recursos humanos cualificados, una nación está llamada a depender siempre del mercado externo y por tanto del juego cruel de la especulación internacional, de la fluctuación de divisas convertibles y de las concesiones a los importadores, que nunca sueltan de la mano sus políticas proteccionistas.

 

Sin educación, el Brasil no tiene solución. Ni salvación.

 

Frei Betto es escritor, autor de “Esa escuela llamda vida”, junto con Paulo Freire y Ricardo Kotscho, entre otros libros, y uno de los fundadores del movimiento Todos por la Educación.

Traducción de J.L.Burguet

 

Copyright 2009 – Frei Betto – Se prohíbe la reproducción de este artículo por cualquier medio, electrónico o impreso, sin autorización. Agencia Literaria MHP.

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