Las dioxinas se depositan en plantaciones y en nuestros cursos de agua, donde acaban entrando en nuestros alimentos y, consecuentemente, en nuestros cuerpos. Estas dioxinas son contaminantes orgánicos persistentes y potencialmente letales que pueden causar cáncer y perjudicar la tiroides y el sistema respiratorio.
Los ftalatos – sustancias químicas que dan al plástico algunas de sus características más apreciadas, como flexibilidad y suavidad – son disruptores endocrinos, asociados a una variedad de complicaciones de salud, desde problemas de fertilidad y problemas neonatales entre bebés hasta alergias y tipos de asma.
“La quema de la basura plástica aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, agrava enfermedades respiratorias, como asma y enfisema, causa irritaciones en la piel, náuseas y dolores de cabeza, y perjudica al sistema nervioso”, afirma el estudio.
La quema de plástico también libera el carbono negro, en forma de hollín, que contribuye con el cambio climático y la contaminación del aire.
En todo el mundo, se están haciendo esfuerzos para reducir la cantidad de basura de plástico que acaba en los rellenos sanitarios o en nuestros océanos. En marzo de 2019, la Unión Europea aprobó una ley para prohibir hasta 2021 muchos artículos de plástico desechable, como los cubiertos de plástico, platos desechables, canudos y bastoncillos de globos.
La contaminación del aire es tema del Día Mundial del Medio Ambiente de este año, que se celebra el 5 de junio. La calidad del aire que respiramos depende de las elecciones que hacemos todos los días.
Fuente: ONU Brasil
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