Raúl Espinoza Aguilera*.- México está sufriendo una de las crisis socioeconómicas más severas, manifestada por varias características: la carestía de la vida; el desempleo; la escasez de créditos para impulsar nuevos negocios; la falta de liquidez en las empresas y comercios; la industria de la construcción está semiparalizada; han ocurrido despidos masivos en numerosas empresas; la devaluación del peso; la caída del precio internacional del petróleo. Es de sobra conocido que PEMEX está en quiebra y recientemente anunció el despido de 10,533 trabajadores (La Jornada, 25-I-2016) y no hay que olvidar que cada empleado representa a una familia mexicana. Por otra parte, el narcotráfico y la corrupción se han disparado exponencialmente, etc.
Con todos estos antecedentes negativos, considero que la visita del Papa Francisco a nuestro país será como una inyección de optimismo, de ánimo, de alegría, de ayuda para considerar que no todo en la vida se puede centrar en los bienes materiales y de consumo, sino que existen los fines trascendentes y considerar la riqueza de la dimensión espiritual que tiene cada persona. A la vez, que redoblar el esfuerzo, el empuje, la tenacidad y la fortaleza para afrontar las dificultades mencionadas y no dejarse llevar por el desaliento.
Resulta sintómático que en las redes sociales se esté divulgado ampliamente una oración compuesta por la Conferencia Episcopal Mexicana, que manifiesta -sin duda- que los mexicanos tienen un acentuado anhelo por Lo Trascendente: por Dios y la Santísima Virgen de Guadalupe. Y se comprueba que, a pesar de la invasión de las sectas y la secularización en la sociedad, aún persiste la fe -firmemente arraigada- en nuestro pueblo creyente.
Basta observar los millones de católicos que acuden a lo largo del año, y sobre todo en sus Fiestas Patronales religiosas, a Santuarios y Templos, como: el del Señor de Chalma (EDOMEX), Ntra. Sra. de Guadalupe (D. F.), Ntra. Sra. de Zapopan (Guadalajara), Ntra. Sra. de la Soledad (Oaxaca), Nra. Sra. de la Salud (Guanajuato), Ntra. Sra. del Roble (Monterrey), Ntra. Sra. de San Juan de los Lagos (Jalisco), Ntra. Sra. de Los Remedios (EDOMEX), Ntra. Sra. del Rosario (Sinaloa), la devoción tan extendida en nuestro país por el Apóstol San Judas Tadeo y un largo etcétera. Incluso, paisanos nuestros que se han ido a trabajar a los Estados Unidos o a Canadá, en su mayoría vienen al menos una vez al año, a visitar dichos Santuarios.
Considero que, ante las crisis económicas o de otra índole, como lo fue “La Guerra Cristera”, la fe de nuestro pueblo ha salido siempre robustecida y cada día son más los jóvenes que ingresan a los seminarios, a los noviciados o a las diversas formas de vida consagrada o como laicos entregados plenamente a Dios, para -más adelante- convertirse en sacerdotes, monjas, religiosos, hermanos consagrados a la educación, a la atención de los niños y ancianos en desamparo, que atienden a comunidades que viven en extrema pobreza, como la Sierra Tarahumara o la Sierra Lacandona (Chiapas), o bien, que se desempeñan en sus respectivos trabajos profesionales para recristianizar las estructuras temporales y ser fermento dentro del mundo, y todos ellos conjuntamente, proporcionando una nueva vitalidad al cristianismo.
Pienso que México, no sólo es la gran reserva de fe para todo el Continente Americano, sino también para el mundo entero, por la gran cantidad de misioneros y de laicos comprometidos que viajan a Extremo Oriente, al continente africano y a muchos otros países, para llevar la semilla del Evangelio y cristianizar esas sociedades que aún no conocen a Cristo.
Leyendo el programa que el Papa Francisco realizará en su visita por nuestro país, nos enteramos que estará en Chiapas, conviviendo con comunidades indígenas. Es admirable su sensibilidad y que auténticamente se desvive, no sólo por los indígenas, sino por todas las personas que viven en pobreza extrema -en las ciudades, en los poblados o en apartadas comunidades- o que se encuentran en situación de abandono y desamparo. Y este singular gesto del Santo Padre, considero que no sólo debería ser para admirarlo, sino también para imitarlo y secundar su misericordioso ejemplo, ya que nos ha pedido insistentemente, a todos los católicos y personas de buena voluntad del mundo entero: “Que salgamos de nuestra esfera de confort y bienestar y busquemos las formas concretas de ayudar a los más necesitados”.
Por ello, desde el pasado 8 de diciembre de 2015 hasta la Fiesta de Cristo Rey, en noviembre de 2016, el Romano Pontífice ha convocado a un Año Jubilar de la Misericordia e invitando a todos los cristianos a que practiquemos todas y cada una de las obras de misericordia corporales y espirituales, como por ejemplo: dar de comer al hambriento, visitar a los enfermos en los hospitales; a los reos en las cárceles; tener preocupación por los que sufren soledad y desamparo; acudir a los orfelinatos y asilos de ancianos para llevarles palabras de cariño y afecto; enseñar a los que no saben, en particular, la doctrina de Jesucristo; consolar a los afligidos; rezar por los vivos y difuntos, etc.
Ha llamado la atención, sobre todo entre los jóvenes, que algunos de los encuentros de fieles con el Santo Padre se llevarán a cabo en estadios de fútbol y se sabe que al Papa le gusta bastante este deporte y en el Vaticano les ha concedido audiencias a numerosos futbolistas, así como a atletas y figuras del automovilismo.
Pero, además, sabe conectar y relacionarse con todo tipo de personas, por ejemplo, con: artistas, cantantes, funcionarios públicos, políticos, profesionales, empleados, amas de casa, obreros, niños, estudiantes… De manera destacada, con los jóvenes, como observamos en la pasada Jornada Mundial de la Juventud en Brasil.
En su último libro, el escritor y periodista italiano, Andrea Tornielli, reunió una serie de entrevistas realizadas al Papa Francisco y que lleva el significativo título: “El Nombre de Dios es Misericordia”. Pues bien, este libro fue presentado ante los medios de comunicación por un profundo admirador suyo, el protagonista de la célebre película, “La Vida es Bella”, el actor Roberto Benigni.
Por otra parte, algunas personas se preguntan si no será arriesgado que el Papa -en su viaje pastoral a nuestro país- vaya a visitar a los reos en un CERESO de alta peligrosidad. Me parece que el Vicario de Cristo ha elegido ese lugar porque sabe de antemano que son las personas que más necesitan de sus palabras de esperanza y de consuelo y no le importa correr riesgos ni sufrir un atentado contra su persona. ¡Ese es el temple y la valentía del Papa Francisco: sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte!
Hace algún tiempo, el pueblo de México manifestó un enorme cariño por san Juan Pablo II, lo mismo que por el Papa Emérito Benedicto XVI. Sin duda, ahora veremos que los mexicanos se volcarán en muestras de afecto y filial aprecio por el Papa Francisco, ya que desde el inicio de su Pontificado, ha transmitido la imagen de un Sucesor de San Pedro humilde, que ama profundamente la sencillez y la pobreza; que se desvive por los más necesitados, los enfermos y desvalidos; que no tiene otro deseo sino de comunicar la Misericordia y la Bondad Infinitas de Dios.
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* Artículo publicado en el sitio web de Signis México y Red de Comunicadores Católicos
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