La primera selfie del Papa Francisco fue un éxito en las redes sociales. La imagen de un alegre Santo Padre, publicada en Instagram en diciembre de 2015, recibió más de 9 mil likes en cuestión de horas. Varios medios de comunicación, incluidos New York Daily News y CNN, lo publicaron como una noticia destacada.
Sin embargo, la imagen no es una selfie, sino una captura de pantalla de un video chat que el Papa organizó un año antes. Además, fue publicada por una cuenta “no oficial” del Vaticano. Podríamos llamar a esto la anatomía perfecta de una “fake news”.
El término fake news fue originalmente acuñado a mediados de 2016 por el editor de medios de Buzzfeed, Craig Silverman, para referirse a un grupo de sitios web que publicaban historias inventadas con las que obtenían grandes métricas en Facebook.
Poco después, la frase se difundió ampliamente como un cliché periodístico que describe información falsa, a menudo sensacionalista, difundida bajo la apariencia de noticias confirmadas.
Sin embargo, para ser honestos, fue Donald Trump quien lo popularizó en tiempo récord; a partir de entonces, fue nombrada la Palabra del Año por el Diccionario Collins 2017.
Ahora bien, especialistas han afirmado que el problema es más complejo de lo que se piensa e incluye amplios matices que implican conexiones, intenciones, jugadores, tecnologías y otros elementos. En consecuencia, los académicos recomiendan que se denomine a este fenómeno como Trastorno de la información o Patología de la información, que podrían ser marcos de referencia más apropiados para un fenómeno ambiguo, altamente complejo, cambiante y continuo.
Además, es fundamental para todos nosotros, comunicadores y público en general, tomar algunas precauciones simples para evitar quedar atrapados en la trampa de las noticias falsas:
1. Verifique la fuente: repetidamente, estas publicaciones engañosas provienen de cuentas o perfiles de redes sociales que son una parodia de los medios de comunicación auténticos o de celebridades. Por lo general, usan los mismos colores corporativos, pero el nombre tiene un pequeño giro. Por ejemplo, asegúrese de que sea una cuenta de Twitter verificada confirmando que va seguida de una “palomita” azul. ¡Ponga atención a los detalles!
2. Haga su propia investigación: Gran parte del problema con las noticias falsas radica en los memes y las imágenes. Si ése es el caso, un consejo rápido es realizar una búsqueda de imágenes en Google y encontrar todos los sitios web posibles donde se ha utilizado esa imagen. Si se trata de un video que se vuelve viral, es posible rastrear sus metadatos y registros. En este caso, vaya al “Visor” de datos de YouTube, pegue el enlace del video y obtendrá el resumen, la ID del video, la fecha y hora de su publicación.
3. No hacer nada siempre es una opción. Si tiene dudas sobre la autenticidad de una publicación y no tiene tiempo para verificarla dos veces, no la comparta. Un estudio realizado por Hubspot muestra que un tweet de cada 10 se retuitea sin haber hecho clic en el enlace.
4. Únete a redes especializadas. Hay iniciativas globales enfocadas en discutir este tema y tratar de mitigar su impacto. Se recomienda encarecidamente unirse a una de esas redes especializadas y mantenerse informado sobre lo que podrían ser noticias falsas. Algunas redes especializadas incluyen:
DEBUNK The News (Iniciativa de Noticias Digitales de Google): newsinitiative.withgoogle.com
Fake News Initiative (Comisión Europea): ec.europa.eu/digital-single-market/en/tackling-online-disinformation
Red internacional de verificación de hechos (Instituto Poynter); www.poynter.org/ifcn/
Tenga en cuenta que el Papa Francisco declaró que compartir noticias falsas lo convierte en cómplice de la difusión del mal, en una reflexión sobre la cita del Evangelio: “La verdad nos hará libres”.
Autora: Albertina Navas. Doctora en Comunicación y periodista. Miembro del Departamento de Comunicación Digital de SIGNIS. Miembro de SIGNIS Ecuador.
Fuente: Revista SIGNIS Media, de SIGNIS Mundial.
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