Bogotá, Colombia.- ¿Se imagina usted que su pequeño hijo (o sobrino) o cualquier niño de siete años en menos de 8 horas pierda para siempre la vista? Eso mismo le sucedió a Alexánder Córdoba, papa de Ángel Santiago. Corría marzo de 2016, a su pequeño hijo repentinamente le fue diagnosticada una extraña enfermedad en los ojos.
“Según los médicos a mi hijo lo afectó una bacteria que le causó oftalmitis, bastaron 8 horas para que esta enfermedad lo dejara invidente. Es un tema sumamente complicado anímicamente hablando, con lo que uno no aprende a vivir”, dijo Alexánder a SIGNIS ALC.
Con esta pasada carga, el hombre que vive en Medellín sacó fuerzas para salir adelante en un país como Colombia, donde el tema de la inclusión es todo un desafío.
“Desde este dolor he descubierto que es una población totalmente desapercibida para la sociedad, el Estado y el empresariado”, lamentó Córdoba. Toda esta situación lo llevó a crear la fundación Hogar taller Ángel de Luz el 25 de octubre de 2017, en el sector de Laureles, barrio Lorena. Un año y medio había trascurrido desde que su hijo perdió totalmente la vista: “Dimos ese gran paso”.
Atención totalmente gratuita
A punta de coraje y amor paternal, piedra sobre piedra, ha construido este espacio, donde beneficia a 130 personas, 40 adultos y 90 niños, porque “esta es una condición que no escatima edad, religión, condición económica, en cualquier momento puede afectar a cualquiera”.
Allí son atendidos por un equipo de especialistas en dominio del lenguaje braille, terapias de rehabilitación, artes, manualidades e inclusión laboral: “Nosotros los recibimos, ellos no pagan absolutamente nada, por el contrario los apoyamos en todo lo básico, con bastones, regletas, incluso hemos entregado cerca de 1.000 mercados en lo que va de pandemia”.
Aparte de los beneficiarios, Alexánder armó un equipo de “40 gestores que trabajan en pro de autosostenimiento del hogar taller y reciben un salario mínimo vigente con la seguridad social completa”.
La cruel cara de la exclusión
Lo que comenzó como una tragedia familiar para cualquiera, para el joven padre fue un motivo de inspiración. De lo empírico, sin saber en absoluto sobre el manejo de una fundación, Alexánder comenzó a investigar. De estas indagaciones ha descubierto que en su natal Medellín existe una población de 4.000 invidentes.
“Todo esto lo he levantado con base en datos de las empresas promotoras de salud (EPS) y algunas entidades aliadas, porque no existe un censo oficial, el gobierno los invisibiliza, no le interesa”, ha explicado este hombre que vive en carne propia la cruel cara de la exclusión.
Es una cuestión –admite el antiqueño– de educación desde la casa, pues “no enseñamos a nuestros niños a comprender que también se van a encontrar con personas con condiciones diferentes”.
De igual manera, y en mayor medida, lamenta la ‘ceguera social’ en una Colombia que no cuenta con los suficientes estándares para atender a población invidente. “Es un problema en todos los órdenes: social, académico y laboral, el desvío de recursos, la indiferencia, muy pocas empresas contratan a personas en esta condición”, ha lamentado.
Sostenibilidad en tiempos de pandemia
La pandemia ha sido otro de los desafíos para los ángeles de luz. Se han tenido que reinventar para poder gestionar los recursos, por eso han puesto a disposición del público “un kit de desinfección compuesto por un litro de alcohol, amodio, gel antibacterial, jabón para manos, jabón con espuma con su respuesta, 10 tapabocas, cuentan con el registro del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) y los entregamos a domicilio en toda Colombia”. Los pedidos pueden hacerlos en su portal https://hogartallerangeldeluz.org
En este tiempo de confinamiento han generado espacios virtuales para continuar interactuando con sus beneficiarios como también iniciativas de incursión laboral no solo para personas con discapacidad visual, sino para los afectados por la pandemia.
“Estamos en este momento trabajando en el desarrollo de una aplicación, que se podrá descargar por Play Store. Allí nuestros participantes pondrán sus productos para la venta. Con ello generamos una forma de ingreso para estas familias que han perdido sus empleos a causa del Covid-19”, ha señalado Alexánder.
De Medellín para el mundo
La virtualidad ha abierto las puertas del mundo al hogar taller, de hecho en este período han incluido a estudiantes de Chile, Bolivia, Ecuador y hasta España, puesto que de “eso se trata, de inclusión, darle una mano a esas personas. Cualquier detalle es valioso para ellos, desde una bolsa de alimentos hasta un abrazo”.
De nada vale llorar sobre la leche derramada, Alexánder lo sabe. Hoy es un ángel de luz, que ve en la alegría de servir un motivo para entender que cuando se tiene un hijo, se tienen todos los hijos del mundo. Ya lo decía el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco.
Ángel Alberto Morillo, Bogotá