Dos comunicadores y un historiador comentaron el mensaje para la JMCS 2020.
Un animado y emotivo panel virtual, que se llevó a cabo como parte del ciclo de conversatorios “Para construir el futuro en medio de la pandemia”, centró su reflexión en torno al mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2020. El historiador Enrique Ayala Mora (Ecuador) y los comunicadores Attilio Hartmann, S.J. (Brasil) y Alma Montoya (Colombia) destacaron, a su turno, la riqueza y profundidad del mensaje pontificio para la 54° Jornada de las comunicaciones que tiene como tema “Para que puedas contar y grabar en la memoria (cf. Ex 10,2) La vida se hace historia”.
“Un pueblo sin historia es un pueblo sin alma”, y el “mensaje del papa Francisco nos hace pensar que los historiadores tenemos que contar el lado humano de la vida”, porque las “historias que transforman vidas merecen ser contadas”, son apenas tres pinceladas que los expositores pusieron en el lienzo en blanco, para en el curso del diálogo crear una inolvidable amalgama cromática de recuerdos, memorias, historias y narrativas inspiradas por el mensaje del papa latinoamericano.
La biblia, un instrumento poderoso de comunicación
En su intervención, el historiador y académico Enrique Ayala destacó la propuesta del papa Francisco en el mensaje para la Jornada de las Comunicaciones, a partir de la memoria y de la historia, y comentó que su inclinación hacia la historia nació precisamente cuando leyó las narraciones de la historia que cuenta la Biblia, del “Antiguo Testamento” que cuenta “la historia del Pueblo de Dios, y lo hace con todas sus grandezas y miserias, porque –según dijo-no todo es historia de triunfos, también es una historia de pecados, de caídas; una historia de guerras, pero también una historia de perdón, de amor, de comprensión”.
Valoró la historia porque ella explica el pasado y permite entender “en dónde estamos parados y hacia a dónde vamos”.
Según contó, le llamó la atención la expresión del papa que dice que “En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos”, porque según admitió, a veces “el historiador tiende a hacer lo mismo que el periodista: hacer escándalo, y este mensaje del papa hace reflexionar que los historiadores debemos contar el lado humano, el lado positivo de la gente” aunque ello sea menos popular y tenga menos rating.
“La historia apela a la memoria y en momento de crisis, de dura prueba, como la que tenemos, debemos acudir a la memoria, no solo para recordar y explicar el pasado, sino para construir una memoria que sea valiosa e importante para las generaciones que vienen después”.
Comentando la realidad que al momento vive el mundo por el confinamiento por el COVID 19, Enrique Ayala se preguntó ¿cómo recordarán los niños de hoy la pandemia? y apuntó que mientras algunos niños que se encuentran en la comodidad de sus casas “será una experiencia hermosa, pero hay que contarles que la memoria de esta pandemia para otra gente será una memoria de dolor, de miseria, de desempleo, de tragedia, de abandono, de muertes en las calles y de corrupción”.
Insistió en la necesidad de reflexionar sobre “cómo estamos construyendo la memoria de los que hoy vivimos y cómo predicamos al mundo esta experiencia. Y los historiadores y todas las personas debemos construir una memoria responsable”, remarcó.
Un pueblo sin historia es un pueblo sin alma
Entre tanto, el padre Attillio Hartmann, uno de los protagonistas de la historia de las organizaciones católicas de comunicación, articuló su exposición sobre el pensamiento que dice que “vivir es dejar cáscaras por el camino, sin quejarse ni perder la ternura y la alegría” y lo relacionó con la característica de Jesús de Nazareth, que fue un contador de muy buenas historias.
Y así, emulando la narración de las parábolas con las que Jesús enseñaba durante su vida pública, Attilio Hartmann rescató la narración del árbol de japoticaba, que suele botar las cáscaras de sus frutos, como parte de su ciclo vital para renovarse, para comentar que esa característica de este árbol nativo tiene mucho que ver con la vida de la persona, de las comunidades, los pueblos y la Iglesia, que en el curso de los años ha tenido también que quitarse las cáscaras de una historia de “cruzadas”, de la “inquisición”, de compromisos vinculados al poder, para renovarse, como en su momento se inició con el Concilio Vaticano II o con los cambios que ahora está impulsando el papa Francisco, “para que la Iglesia tenga sentido para la humanidad, no solo para los católicos”.
Y en sintonía con la parábola de quitar las cáscaras, el sacerdote Jesuita y doctor en comunicación recordó a varios profetas latinoamericanos de nuestros tiempos que se empeñaron y contribuyeron para que también la iglesia se quite de las cáscaras que le impiden vivir según el proyecto de Jesucristo.
Recordó a Monseñor Leonidas Proaño, de Ecuador, y valoró también el testimonio profético de tantos otros cristianos, como el teólogo Antonio Pagola, autor del libro “Jesús, aproximación histórica de Jesús”, que son buscadores de la verdad y que “ayudan a sacar muchas cáscaras de los dos mil años de historia de la Iglesia que no permiten que vivamos más cerca del corazón de Dios en Jesucristo, que se hizo historia”.
Valoró la misión que está cumpliendo el papa Francisco, que, con su actitud alegre, sonriente, está también buscando renovar la Iglesia y que por ello ha encontrado también con muchos opositores.
Toda historia que transforma vidas merece ser contada.
Por su lado, la comunicadora colombiana Alma Montoya partió de la cita del mensaje del papa Francisco que dice que “Cada uno de nosotros conoce diferentes historias que huelen a Evangelio, que han dado testimonio del Amor que transforma la vida. Estas historias requieren que se las comparta, se las cuente y se las haga vivir en todas las épocas, con todos los lenguajes y por todos los medios”, para comentar tres experiencias de comunicación popular que narran vida de los pueblos indígenas, afro y que merecen ser contadas.
Recordó la experiencia de jóvenes comunicadores que trabajaron en las comunidades y que a pesar de haber salido para continuar con sus estudios, vuelven otra vez y marcan un proceso de “entender, recuperar historias en medio de las comunidades”.
Otro de los procesos comunicativos que apuntó Alma Montoya tiene que ver con todo el acompañamiento a organizaciones sociales, movimientos y redes, como el Foro Social Panamazónico, la REPAM, con SIGNIS ALC, y dentro de este proceso explicó sobre proyectos de comunicación como Manguaré, informativo que se produce con los nueve países amazónicos, que son relatos y procesos que hay que contarlos.
Además mencionó que entre los procesos comunicacionales que acompaña está el trabajo con pueblos y comunidades indígenas, y campesinas, que enfrentan problemas de tierras y que algunos, intentando encontrar una solución la buscaron en las armas, pero otros que optaron por los diálogos de paz, por lo que los procesos se realizan en zonas de conflicto y que son historias que merecen ser contadas.
Agregó también que, en los últimos tiempos, otros procesos de acompañamiento comunicacional se realizan con la población migrante, a través de programas, por ejemplo, “Entre Parceros y Panas”, “acompañando, apoyando o al menos transmitiendo esperanza a los desplazados, migrantes y refugiados” y que son historias que merecen ser contadas, destacó Alma Montoya.
Y así, con estas charlas amenas, cálidas, alegres, humanas, se reflexionó sobre el mensaje del papa Francisco para la 54° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales “para que puedas contar y grabar en la memoria (cf. Ex 10,2), La vida se hace Historia”, en el ciclo de conversatorios promovido por SIGNIS ALC, Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz, SIGNIS Ecuador y el Instituto Santa Teresa del Niño Jesús.
Mire aquí el panel sobre la Jornada Mundial de las Comunicaciones
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