2587 kilómetros separan el hogar de Elma, en el campo, hasta el Cementerio de Darwin, donde yacen los restos de su hijo, un soldado conscripto que falleció en la contienda armada que enfrentó a la Argentina y al Reino Unido de la Gran Bretaña en 1982.
Durante más de 35 años, el cuerpo de Gabino permaneció bajo una placa que decía “Soldado Argentino solo conocido por Dios”, como 121 compatriotas suyos más.
Mediante una tarea humanitaria impulsada por el exsoldado combatiente argentino Julio Aro, que demandó varios años y movilizó a gobernantes, personalidades e instituciones de diversas partes del mundo, incluido el Papa Francisco, hacia 2017 se comenzó a restituir la identidad de esos hombres.
Esto permitió que, a la fecha, 115 de los 122 estén re identificados, entre ellos Gabino Ruiz Díaz. Julio Aro, impulsor de este proyecto sin precedentes, fue postulado al Premio Nobel de la Paz en forma conjunta al oficial británico Geoffrey Cardozo, otra persona clave en esta tarea.
El gobierno argentino junto a un grupo empresario y la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas, organizó dos vuelos comunitarios a las Malvinas para que en 2018 y 2019 padres, madres y hermanos puedan visitar las tumbas de sus seres queridos y cerrar así sus duelos.
Por motivos de salud y de impedimentos en su traslado, Elma Pelozo, quien se moviliza en silla de ruedas con ambas piernas amputadas a causa de la diabetes, no pudo decir presente en ninguno de esos viajes.
Por este motivo, la Fundación No me olvides, que preside Julio Aro, organizó una campaña que al cabo de varios meses permitió que Elma viaje en un avión privado junto a un reducido número, que incluyó al vicepresidente de SIGNIS Argentina, Miguel Monforte, también miembro de la Fundación No me olvides.
Más allá del gran costo en dinero y una compleja tarea logística en la que medió la Embajada de Gran Bretaña en Argentina -dado que las Islas Malvinas son un territorio usurpado por los británicos en 1833, reclamado desde entonces por Argentina en una secuencia que tuvo su pico más dramático al llegar a la guerra de 1982, enfrentamiento que dejó graves secuelas entre quienes combatieron, sus familiares y también en las relaciones entre los estados enfrentados -la visita de Elma Pelozo a Malvinas y su traslado y estadía de pocas horas en el cementerio de Darwin marcaron un hito de profundo humanismo: los británicos la recibieron con mucho respeto, a ella y a la reducida comitiva que la acompañó, donde prepararon en el cementerio de Darwin una ceremonia religiosa a cargo del sacerdote y teniente de aviación Adrien Klos, junto a una reducida formación militar.
Lo primero que se produjo fue la visita de Elma a la tumba de su hijo, momento por demás emotivo. Posteriormente se desarrolló la ceremonia, en inglés con traducción al castellano.
Culminada, Elma Pelozo expresó unas cálidas palabras que conmovieron a los presentes: “Los bendigo a todos para que Jesús los lleve de regreso a sus hogares y a sus familias. Mi hijito no volvió, pero deseo que ustedes vuelvan sanos junto a sus seres amados”, dijo la madre, para luego agregar, refiriéndose a los soldados británicos que están apostados en una inmensa base militar en las Malvinas: “Les ha tocado la difícil tarea de obedecer y de dar todo por su Patria como nuestros hijos también lo hicieron. Hoy ustedes están acá y nosotros allá, pero al final del camino estaremos todos juntos cuando el Señor nos llame a su lado.” Estas palabras arrancaron lágrimas, inclusive de las autoridades y soldados británicos.
Luego pidió sacarse fotos con todos los presentes, entre ellos, el brigadier Nick Sawyer, Comandante de las Fuerzas Británicas de las Islas del Atlántico Sur y, y el vicegobernador Alex Mitham.
Elma posó con una gran sonrisa, para de inmediato decir: “Aquí hay heridas, hay dolor, pero también hoy hay alegría y hay paz porque cumplí con la promesa de buscar y encontrar a mi Negrito”.
Ya camino de regreso, Elma Pelozo reflexionó: “Me llevo en mi corazón el haber encontrado a mi hijo. Lloré, recé, pude dejarle una flor de tela y un rosario. Me sentí más cerca de él, aunque es duro saber que ahí está su cuerpito, un cuerpito que salió de mí…”.
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