SIGNIS ALC, Asociación Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación, conmemora hoy el aniversario de Monseñor Romero.
Efectivamente, fue un 15 de agosto de 1917, en Ciudad de Barrios, El Salvador, cuando llegó al mundo Óscar Arnulfo Romero, arzobispo metropolitano de San Salvador, célebre por su prédica en defensa de los derechos humanos.
La figura de Romero es muy importante para la organización, no solo por la enorme dedicación que mostró hacia los pobres y oprimidos, sino, también, por sus grandes habilidades como comunicador, factores que motivaron a que, en mayo de 2015, fuera designado por SIGNIS -Asociación Católica Mundial para la Comunicación- como su patrono.
“Él representa un ejemplo para todos los comunicadores, como alguien que vivió los valores que profesaba y que estuvo dispuesto a dar su vida, antes de permanecer en silencio ante la injusticia”, señala SIGNIS en su sitio web, en justificación de esta decisión.
Asimismo, Monseñor no calló cuando consideró necesario denunciar y cuestionar a los medios de comunicación, comunicadores y periodistas. Así, alertó de dos peligros de la comunicación: Una palabra sin compromiso, unos comunicadores vendidos y unos medios de comunicación que engañan.
Asesinado en marzo de 1980 durante la celebración de una misa por su incesante denuncia de las injusticias hacia los menos favorecidos, el beato será finalmente canonizado el 14 de octubre de este año.
En celebración de este acontecimiento, SIGNIS organizará, el próximo 12 de octubre, un homenaje especial en la Santa Sede, que contará, entre otros destacados invitados, con el Cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez –discípulo de Romero-, así como con los miembros locales y regionales de SIGNIS.
Así se recuerda el testimonio de Romero
El presidente de SIGNIS ALC, Carlos Ferraro, en un mensaje anterior dirigido a los comunicadores católicos de América Latina y El Caribe, expresó que es “un orgullo para nuestra asociación estar bajo la espiritualidad de un hombre valiente y firme ante la denuncia de las injusticias que padeció su pueblo, especialmente los más pobres.”
Por su parte, el teólogo peruano, Gustavo Gutiérrez, asegura que, a través de su palabra, Romero quiso “encarnar el Evangelio en la vida de su pueblo”, al haber percibido a la Iglesia como una comunidad “que debe sentir como suyo todo lo humano y encarnar el dolor, la esperanza y la angustia de todos los que sufren y gozan”.
De su lado, Monseñor Rosa Chávez considera que “el ejemplo de Monseñor Romero inspira las mejores iniciativas en el mundo entero. La precariedad de los recursos con los que él contó, nos debe recordar algo que a veces se olvida cuando se pone el acento en las nuevas tecnologías: que antes de los instrumentos está esa realidad maravillosa que llamamos comunicación humana; y cuando decimos comunicación pretendemos ir más allá de la mera transmisión de datos: estamos hablando de diálogo, un diálogo que devuelve la palabra a los pobres y va construyendo un mundo nuevo, justo, fraterno y solidario.”
“Sus homilías se convirtieron en una cita obligatoria de todo el país cada domingo. Desde el púlpito iluminaba a la luz del Evangelio los acontecimientos del país y ofrecía rayos de esperanza para cambiar esa estructura de terror. Su fidelidad insobornable al evangelio le llevó a una muerte martirial el 24 de Marzo de 1980”, señaló, en cambio, el religioso y escritor español Pedro Casaldáliga, en su célebre carta abierta del 2005.
Asimismo, el comunicador salvadoreño, Carlos Ayala Ramírez, concibe a Monseñor Romero “un comunicador que inspira hacia una práctica humanizadora de la comunicación e interpela aquellas formas de comunicación deshumanizadoras”.